New York, la ciudad de la mirada infinita (1995-2001)

“La Ciudad real se ha sustituido por la Ciudad soñada”

John Dos Passos 

Si la primera vez que llegas a New York lo haces desde el aeropuerto JFK y tienes la suerte de plantarte en el puente de Queensboro hacia las 6 de la tarde, podrás disfrutar a contraluz de la magnífica imagen del skyline de Manhattan. Entonces te sentirás atrapado por una puesta de luz deslumbrante y te dejarás seducir, sin oponer resistencia, por los encantos irresistibles de esta preciosa ciudad. Esta extraordinaria experiencia es como un ritual mágico que te activa la mirada; una mirada que no descansa, una mirada de fotógrafo inquieto, una mirada infinita, tal como reza el título de este libro.

Cuando estaba en New York la ciudad me parecía como un relato casi cinematográfico, muchas veces insólito. Me sentía sorprendido constantemente, en cada esquina, en cada cruce de calles, en cada dirección que cogía. Aprendí a caminar a la deriva concentrado en mis pensamientos, haciendo que mi mirada se dejase llevar por los diferentes estímulos visuales que el azar me ofrecía: las luces de neón, las sombras que forman las alturas gigantescas de los edificios, los reflejos infinitos de los escaparates o el movimiento incesante de los coches. También aprendí a captar infinidad de mensajes icónicos en las personas que transitan por la calle, en los carteles publicitarios, en la arquitectura caótica, a la vez que fascinante. Algunos de estos mensajes me parecían evidentes porque estaban al alcance de mi mirada, otros en cambio, fueron percibidos de una manera inconsciente y solo los he podido apreciar al ver positivados mis negativos 25 años después.

Las fotografías que conforman este libro cierran un relato vivencial de mi paso por esta metrópolis increíble en un periodo de mi vida especialmente intenso. Tú miras la ciudad y la ciudad se deja mirar, pero cuando llevas horas y días con los ojos activados a pleno rendimiento te das cuenta de que la ciudad también te mira. Acabas notando que, en el fondo, es ella quien controla tus pasos y te invita a contemplar su propia vida en todos sus detalles: reflejos, luces, sombras, expresiones humanas… Tu percepción es en color, pero, enseguida, se convierte en blanco y negro para que puedas tener el placer visual de retener en un negativo todo aquello que ves con la mirada infinita de tus ojos penetrantes de fotógrafo.